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Preceptos Reiki
Sólo por hoy no me enojo,
Sólo por hoy no me preocupo,
Respeto a mis padres, maestros y mayores,
Trabajo honestamente y
Doy gracias por todas mis bendiciones.

(Versión adaptada de los principios de Usui)


Sólo por hoy

¿Cómo llegar a concentrarnos en lo que es si estamos acostumbrados a ocupar nuestra vida con lo que ya pasó o aún no existe? ¿Cómo dejar de vivir en lo que fue o lo que será?
“Sólo por hoy” es una clara invitación a vivir en el presente. Autores contemporáneos como Eckhart Tolle han dedicado libros, manuales, discos compactos y seminarios enteros a este tema. En el flujo y reflujo normal de las ideas, observamos cómo la filosofía humanista nació insistiendo en la importancia de centrarse en el aquí y el ahora después de décadas de psicoanálisis dedicadas a hurgar en el pasado.
La humanidad sufre como consecuencia de las múltiples pérdidas concomitantes con una vida que cambia a una velocidad alucinante, que nos obliga a desprendernos de nuestras raíces familiares y geográficas. Hemos tratado de compensar aferrándonos a posesiones materiales. Vivir en el presente se convierte en una opción consoladora. Pero, ¿cómo vivir en el presente sin eludir el compromiso con el mañana?
El médico Jorge Carvajal, recomienda dejar ir el pasado que es la culpa y no centrarnos en el futuro, que es la duda. Osho, en su exposición sobre el Zen como paradoja, propone que el presente es eterno: no se puede medir en el tiempo. ¿Cuánto dura el presente? pregunta Osho. Vivir en el presente es renunciar a estar encarcelados en la jaula del tiempo.
Es llamativa la diferencia en el manejo del tiempo que hacen los latinos y los norteamericanos, y pido de antemano excusas por la generalización. Tal vez porque la vida en los países del tercer mundo es impredecible o porque la industrialización aún no ha sometido por completo el hombre a la máquina, el latino sigue en un “amanecerá y veremos,” mientras el norteamericano vive abrumado por el tiempo y cumple sus deadlines (fechas de cierre, pero la traducción textual es líneas de muerte) con radical puntualidad. El disfrute se pospone siempre, pero es inmenso el éxito que tienen los libros que le enseñan a vivir en el presente!
Es ahora, en este momento, que podemos convertir en realidad nuestros propósitos. El tiempo se nos va concibiendo propósitos de año nuevo, pensando en lo que haremos cuando seamos mayores, obtengamos un ansiado título, hayamos acumulado el dinero suficiente o tengamos alguien que nos quiera.
Alcohólicos y adictos en rehabilitación saben muy bien que 24 horas es el término de tiempo que permite enfrentar el problema de mantenerse sobrios. No juran no volver a beber para toda su vida. Saben que en el futuro la bebida puede hundirlos de nuevo en la adicción. Entonces se concentran en cumplir su meta sólo por hoy. No hay nada que puedan hacer respecto al ayer. El mañana no llegará nunca.

No te enojes, no te preocupes

Así como el paso inicial para la rehabilitación de un adicto es el reconocimiento de su problema y no su negación, necesitamos aceptar que la vida implica circunstancias que nos enfadan y dudas sobre la posibilidad de estar a la altura de los retos que se nos presentan. No podemos garantizar que no sentiremos enojo o preocupación, pero podemos comprometernos a intentar sentimientos amorosos donde quiera echar raíces el enfado y confiar en el universo donde quiera quedarse la preocupación.
El budismo explica que enojarse y preocuparse son el origen de la congoja.
El escritor Richard Bach sostiene que nuestro enojo es una expresión de nuestro temor a perder poder personal. Nos enojamos porque el otro no nos aprueba, o no nos reconoce. El ego (en términos metafísicos) se lastima cuando nuestras necesidades infantiles de reconocimiento, validación y aceptación, no son tenidas en cuenta.
Al enfadarnos producimos una vibración de alta frecuencia cuyo efecto devastador puede compararse con el de un terremoto cuyo epicentro está en nuestro propio corazón, de manera que es a nosotros mismos a quienes más afecta la ira que experimentamos. Mirado desde el punto de vista biológico, esto es exacto. Las sustancias que producimos durante un episodio de ira son intoxicantes, dañinas para nuestro propio cuerpo. Existe una relación entre enfermedad y emociones no liberadas o procesadas.
Por otra parte, la preocupación concentra nuestra atención en cuestiones que no están sucediendo en el presente o están fuera del alcance de nuestras manos.
La principal preocupación de los seres modernos parece girar en torno a las posesiones materiales y esa preocupación no nos ayuda a vivir en el presente ni a alinear nuestra voluntad con la del universo. Como dice Bertrand Russel: “Es la preocupación con las posesiones, más que cualquier otra cosa, lo que no nos permite vivir libre y noblemente.”
Una cosa es la previsión, la planeación, y otra muy distinta torturarnos el alma con nuestros temores acerca de desenlaces que no se han presentado y quizá no se presenten. El temor desplaza al amor.
La manía de preocuparnos responde, en gran parte, a la fantasía de que podemos controlar circunstancias que no dependen de nosotros.
Cuando en seminarios de reiki he solicitado a los participantes hacer una cronología de los momentos más definitivos de su vida, encuentran que han delineado un guión que inconscientemente han venido siguiendo. Cuando les pregunto si tiene sentido como plan, empiezan a entender que no serían quienes son, sin esos momentos decisivos, por muy duros que hayan sido.
Hombres y animales experimentamos una variedad de emociones que son importantes para nuestra supervivencia, según lo expuso Charles Darwin desde un punto de vista fisiológico y Candace Pert, en estudios más recientes, desde el punto de vista bioquímico.
En la corteza cerebral humana reside nuestra fuerza de voluntad en forma de estructuras que nos permiten controlar las emociones. La retroalimentación biológica (Biofeedback), una técnica de monitoreo de las funciones corporales (presión arterial, ritmo cardíaco, respiración), ha demostrado no sólo que cualquier persona puede controlar dichas funciones y hasta la temperatura del cuerpo, sin necesidad de ser un fakir, sino que existe una relación bidireccional entre emociones y funciones corporales: las emociones afectan nuestro cuerpo y nuestro cuerpo afecta la forma en que experimentamos el mundo.
Celebrar, agradecer, reír, rabiar, temer, preocuparse, son emociones interpretadas por el cuerpo como respuestas a situaciones placenteras u hostiles. De inmediato, el cuerpo pone en movimiento todos sus recursos para adaptarse a dichas circunstancias. El gozo y la satisfacción protegen al cerebro y al sistema inmune porque estimulan la producción de sustancias que facilitan la sedación y la relajación. La preocupación, el enojo, el afán, desencadenan respuestas de lucha, fuga o parálisis y suponen una sobrecarga para nuestro organismo.

Respeta a los demás – Sé humilde

Usui invita a respetar u honrar a padres, maestros y mayores, a aquellos a quienes debemos la vida física, intelectual y espiritual. A nuestros padres porque nos dieron la vida, a nuestros antepasados porque nos allanaron el camino, a nuestros maestros porque nos señalan opciones.
Cada una de las cosas que disfrutamos se la debemos en gran parte a otros. ¿Con qué frecuencia nos preguntamos a quién debemos la comida que hay sobre nuestra mesa? ¿O la mesa? ¿Con que frecuencia pensamos en las manos que elaboraron lo que poseemos?
Respetar a los demás es fundamental en el proceso de sanar nuestras relaciones con el prójimo. El respeto es un acto de gratitud y su corolario es la humildad.
En el pasado y aun en distintos lugares del mundo, se confunde el sentir respeto con estar intimidado. Cuando no se puede expresar con libertad lo que se siente ante una persona porque su autoridad es percibida como restrictiva, abusiva o arbitraria, a ese temor no puede llamársele respeto. Una relación basada en el temor, genera sumisión y provoca la exasperación y antagonismo.
Los siglos XIX y XX fueron turbulentos, de revoluciones y cambios violentos. Todas las verdades se cuestionaron. La autoridad basada en jerarquías y privilegios quedó en entredicho. Los pueblos se hicieron insumisos y se levantaron contra sus opresores en todos los rincones del planeta. Los obreros conquistaron privilegios laborales y acceso a la educación que, al generalizarse, borró muchas barreras sociales. La discriminación, el nacionalismo y el racismo han causado tanto dolor y destrucción que han obligado a la humanidad a ser más tolerante con las diferencias. La libertad se ha constituido en bandera que muchos ondean. Los privilegios basados en tradiciones, apellidos y propiedades, típicos de la era feudal, han dejado de contar. El conocimiento se ha hecho poder, los títulos académicos otorgan la autoridad que antes derivaban de los títulos de posesión.
El respeto adquirió un nuevo sentido. Ya no lo entendemos como obediencia y sumisión, sino como el justo reconocimiento a la dignidad intrínseca al ser humano. El respeto es indicativo de la consideración que otros se merecen e implica el desarrollo de nuestra sensibilidad hacia las necesidades y sentimientos de los demás.
Respetar, honrar a otros, implica humildad, que en Occidente no se suele considerar una virtud porque se confunden humildad y humillación. Además, negarse a uno mismo, en un mundo narcisista, es muy difícil. Desde la infancia, hemos recibido en exceso, o nos ha faltado, validación, admiración y aceptación, por lo que nuestra tolerancia a la frustración es baja.
Humildad es cuando no tenemos que hacer nada ni jugar ningún rol ni pretender ser lo que no somos o poseer bienes, para obtener el respeto de los demás. Somos humildes cuando reconocemos nuestra propia pequeñez frente al universo, cuando vemos nuestros errores y las consecuencias de nuestras acciones, reconocemos nuestras limitaciones y perdonamos y pedimos perdón. La humildad nos libera del orgullo y la arrogancia.

Trabaja honestamente

Cuando Frank Arjava presenta este principio, se refiere a trabajar honestamente en nosotros mismos, en nuestro proceso de crecimiento personal. En otros libros sobre reiki, el principio se toma de forma más literal. Creo que ambas interpretaciones son válidas.
En el Raja Yoga, o camino de la unificación de la conciencia, el abstenerse de robar y la veracidad son mandamientos a seguir en el proceso de purificación espiritual, ambos relacionados con el concepto de honestidad.
El imperativo grabado en las paredes del vestíbulo del antiguo templo griego de Delfos, "Homo nocete ipsum," (Hombre, conócete a ti mismo) ha sido seguido por grandes personajes de la historia, entre ellos Sócrates, en su proceso de convertirse en hombres de conocimiento.
Una amiga me preguntaba hace poco, con gran preocupación, por qué ahora cuando había crecido tanto como persona, todos los problemas le parecían más graves. Si existe alguna desventaja en relación con el incremento de nuestra conciencia, es que ya no podemos seguir volteando la espalda a nuestras realidades. La negación ya no nos sirve para sortear nuestros problemas. Ahora tenemos que enfrentarlos.
Ese trabajo honesto nos llama a entender nuestra habilidad para sanarnos y la diligencia necesaria para lograrlo.

Demuestra tu aprecio

Expresar gratitud es tradicional en la mayoría de culturas y parte de la práctica de toda religión. Por eso se celebran rituales de acción de gracias para expresar bien sea una respetuosa relación con la tierra, con el universo o con Dios.
Cuando no es la gratitud lo que guía nuestra existencia, nos domina el egocentrismo y las expectativas e idealizaciones nos llevan a la frustración, enfermando nuestro espíritu.
Aprender a vivir en actitud de agradecimiento cambia nuestra percepción del mundo. Dar las gracias desde el alma, no depende de las cosas extraordinarias que nos sucedan., Incluso en medio de las mayores tristezas, podremos salir del ensimismamiento si agradecemos la vida misma como un don y la oportunidad de aprendizaje que toda circunstancia nos brinda. Es la opción para salir de la prisión del sufrimiento, que nos confina en la amargura, el resentimiento, la ira y la negatividad.
Cuando mi hija era niña, a veces, antes de acostarnos, le preguntaba qué había sido lo mejor del día. Siempre pudimos encontrar algo que agradecer y en ese momento mágico de reconocimiento, nuestro estado de ánimo se exaltaba.
Al salir de casa podemos detener el atafago unos instantes y mirar el cielo. Está hermoso, gracias. Gracias por la capacidad para apreciar la belleza. Por mis ojos capaces de verla, por el aire que respiro, por mis pulmones capaces de respirarlo. Gracias por la mariposa que viene a posarse en mi jardín, por el jardinero que pone empeño en mis plantas. Todas esas cosas que tengo por seguras, ahora puedo notarlas. El automóvil que me transporta, el trabajo hacia el que voy, los amigos con los que voy a encontrarme, la salud de mi familia, el profesional al que puedo acudir cuando necesito apoyo.
Desde esa perspectiva la vida se siente diferente. He puesto mi cerebro a funcionar en la modalidad que ve la mitad del vaso lleno y no la mitad vacía, y la vida parece más amable. Mi cuerpo experimenta placer, produzco endorfinas, las endorfinas me relajan. Hay bienestar. Sonrío. Para sonreír contraigo músculos de mi cara que envían un mensaje de bienestar al cerebro. La sonrisa es contagiosa y por eso tengo el poder de hacer sentir bien a otros.
Agradecer nuestras bendiciones es reconocer que podemos amar lo que tenemos en lugar de lamentarnos por lo que nos hace falta. Este creciente desear lo que no tenemos es también la causa frecuente de nuestras angustias. Es necesario ingeniar estrategias que nos hagan inmunes al bombardeo de una publicidad que pretende crearnos carencias y que hace ganancias alimentando nuestra codicia.
Además de reconocer nuestras bendiciones, una buena estrategia para lograrlo es definir con claridad nuestras veraderas necesidades.
Es interesante observar que la actitud de agradecimiento y la generosidad son cualidades más frecuentes entre las personas que viven vidas más sencillas. Trevanian uno de mis autores favoritos, en su libro “Hot Night in the City” (Noche caliente en la ciudad) incluye un relato conmovedor de una mujer vasca. Ella se expresa con un tierno candor sobre la filosofía que rige a los moradores de su aldea y alude a este dicho vasco: “Dios castiga a los avaros exponiéndolos a las tentaciones de la riqueza, de la misma manera que protege a los generosos, manteniéndolos a salvo en el abrigo de la pobreza.”
No defiendo la pobreza, mucho menos cuando es expresión de injusticia social, en un mundo de inadmisibles desigualdades, sino la importancia de una vida frugal en la que se evita el desperdicio. Debiéramos formar parte de la legión que creenque se debe lograr un desarrollo sostenible de la tierra.
Es descorazonador observar que los niños de hoy viven en constante frustración por lo que no se les compra y nunca parecen apreciar lo que reciben. Tengo presente la paradoja de tantos padres de familia que tratan de infundirle a sus hijos que el dinero no es lo primero ni lo más importante, pero cuando los hijos les preguntan por qué nunca están en casa con ellos, responden que necesitan trabajar para hacer dinero.; El tema de conversación más constante es el dinero que se debe, el que se necesita, el que se ganó y el argumento para hacer o dejar de hacer planes en familia es financiero. El dinero también se utiliza como compensación cuando los padres no pueden estar emocionalmente presentes.
Los bienes materiales se han convertido en amos despiadados.
La actitud de agradecimiento tiene que extenderse a la tierra que nos provee de alimento y se expresa en ser económicos, limitándonos a lo necesario. Esto es compasión con un planeta agotado, que ya no puede acomodar las toneladas de basura que le endilgamos a diario. A pesar del afán consumista, encuestas realizadas en Estados Unidos muestran que la mayoría de la gente se sentiría más agradecida si recibiera en navidad un álbum con fotografías capaces de evocar recuerdos felices que un costoso regalo .
¿Cómo podemos contribuir a crear una cultura de la suficiencia, una mentalidad que ahorra recursos materiales, a cerrar el ciclo de la maximización y abrir, más bien, uno de la optimización? Creo que conocer nuestras necesidades y saber que podemos suplirlas estimulará nuestra gratitud y redundará en nuestro propio bienestar y el de personas con las que nos relacionamos.

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